En los últimos años, el uso de cigarrillos electrónicos, conocidos popularmente como vapeadores, ha crecido de manera exponencial.
Según la encuesta EDADES, el 10% de la población de entre 15 y 64 años (el 12% de los hombres y el 8.9% de las mujeres) ha usado cigarrillos electrónicos alguna vez. Los hombres presentan mayores tasas de consumo en todos los grupos de edad, excepto entre los 45 y 54 años, donde las mujeres tienen una prevalencia más alta. El grupo de 15 a 24 años es el que más utiliza estos dispositivos en ambos géneros, lo que pone de manifiesto la influencia de estos dispositivos en los más jóvenes.
Ante estos datos surgen muchas preguntas, así como una gran preocupación por las posibles consecuencias a medio y largo plazo del consumo de estos nuevos dispositivos.
Los vapeadores: ¿qué son?
Los cigarrillos electrónicos, vaporizadores o vapeadores son unos dispositivos que funcionan con baterías y se utilizan para calentar líquidos y producir unos aerosoles que se inhalan.
Aunque se promueven en muchos casos como una alternativa más segura al tabaco tradicional, se está empezando a ver que es igualmente perjudicial para la salud y existe una creciente preocupación sobre su impacto, especialmente en relación con el cáncer y enfermedades respiratorias.
Los líquidos utilizados en los vapeadores, también llamados líquidos electrónicos, pueden contener nicotina (incluso en aquellos etiquetados como «sin nicotina”) así como aditivos, sabores y otros productos químicos tóxicos para el organismo. Sin embargo, estos productos no llevan tanto tiempo en el mercado como para que sepamos a ciencia cierta qué efectos pueden tener a largo plazo en
nuestro cuerpo.
Riesgos de los vapeadores para la salud
Los cigarrillos electrónicos emiten sustancias tóxicas que son nocivas tanto para los fumadores activos como pasivos. Se ha detectado que algunas de estas sustancias son cancerígenas y ejercen irritaciones respiratorias y daño pulmonar, lo que plantea serias preocupaciones sobre el riesgo de cáncer asociado con el uso de vapeadores.
Además, se han reportado casos de lesiones pulmonares graves, como la EVALI (lesión pulmonar asociada al uso de cigarrillos electrónicos o vapeo), particularmente en los Estados Unidos, donde se vincula con el uso de productos que contienen THC y acetato de vitamina E.
Por supuesto, la exposición a la nicotina es especialmente preocupante en mujeres embarazadas, niños y adolescentes. En el caso de las mujeres embarazadas, la nicotina puede afectar negativamente el desarrollo del feto y, en niños y adolescentes, puede interferir en el desarrollo cerebral, provocando trastornos del aprendizaje, ansiedad y otros problemas de salud mental a largo plazo.
Vapers vs. tabaco convencional
Como ya sabemos, el tabaco supone un factor de riesgo bastante relevante en el desarrollo de un cáncer de pulmón, siendo el 90% de los casos de este tipo de cáncer atribuidos al tabaco. Pero, ¿es igual en lo relativo a los vapeadores?
Aunque los efectos a largo plazo del uso de cigarrillos electrónicos aún no se conocen completamente ni tampoco si afectan en mayor o menor medida que el tabaco, la evidencia actual indica que, por sus componentes, estos productos son perjudiciales para la salud. Ante esto, la OMS afirma que la opción más segura es evitar el uso tanto de cigarrillos electrónicos como de tabaco.
Además, el consumo de uno y otro no siempre es excluyente, sino complementario, ya que la nicotina es altamente adictiva, y su uso a través de los vapeadores puede aumentar significativamente la probabilidad de que los jóvenes comiencen a fumar cigarrillos convencionales. Estudios epidemiológicos han demostrado que el uso de cigarrillos electrónicos triplica el consumo de tabaco convencional entre los jóvenes no fumadores, lo que sugiere que los vapeadores pueden ser una puerta de entrada al tabaquismo.
En conclusión, es fundamental seguir de cerca la evolución de los cigarrillos electrónicos y vapeadores, así como profundizar en el conocimiento de sus posibles efectos adversos en la salud. También es importante que las instituciones conozcan los efectos que estos ejercen y que cada vez se tomen más medidas para restringir su consumo. En UK, por ejemplo, se ha presentado ya un proyecto de Ley sobre Tabaco y Vapeadores, que prohíbe los vapeadores desechables y presenta medidas frente a los vapeadores recargables como la prohibición de su venta a menores de edad, la regulación del etiquetado y la implementación de impuestos y regulaciones fiscales, entre otras.
Ante la evidencia actual, la práctica más prudente es adoptar hábitos saludables que minimicen los factores de riesgo, especialmente aquellos relacionados con el cáncer, donde fumar tiene un gran impacto.
Ante el tabaco y los vapeadores, di que no.
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